Le quiero por sus gestos, por su sonrisa. Por su cara de tonto, de idiota. Por la cara de circunstancia que pone al hablar. Porque cuando sonríe se le marca un hoyuelo al lado del labio inferior. Porque cuando me intenta decir las cosas mira para el suelo porque se muere de vergüenza. Me enloquece cuando me dice todas esas cosas que se le pasan por la cabeza, cuando parece que sólo existimos nosotros dos sobre la faz de la Tierra. Le quiero porque me mira como ningún otro podrá hacerlo. Porque a veces parece tan frágil que siento la obligación de protegerlo hasta de mi misma. Lo quiero porque es él y no otro. Porque es diferente. Porque nadie lo verá como lo veo yo. 


En definitiva... Le quiero y siempre lo haré.